viernes, 1 de febrero de 2013




CORTINA DE HUMO


La confianza es fundamental e imprescindible en las relaciones humanas, en la comunicación, en el compartir ideales, proyectos, en la verdad entre la palabra y la realidad.
Una vez rota, es muy difícil recomponerla.

En general y a priori, la confianza es necesaria para establecer una relación en cualquier ámbito de la vida, en cualquier grupo, en la amistad y en lo sentimental.

Sin embargo, el comportamiento en los diversos compartimentos de las relaciones de una persona, pueden contradecirse de manera increíble. El discurso político, las manifestaciones en cuestiones sociales, las muestras de amistad, la cordialidad de algunos individuos, no se corresponden en absoluto a sus actos en la privacidad de su hogar, en la realidad de sus actos en el trato con su pareja.

La violencia de género evidencia esos comportamientos opuestos e incompatibles. Un amigo entrañable, un ciudadano luchando por las libertades, un defensor de los derechos humanos, un amante de los animales, puede ser un tirano, un abusador, un celoso patológico, un maltratador psicológico y físico con la persona a la que se une sentimentalmente – de hecho ocurre con más frecuencia de la que imaginamos.

El desamparo de las víctimas de malos tratos se basa en esa incomprensible contradicción. “¿Quién me iba a creer?” lamentan a menudo las mujeres que lograron escapar a sus infiernos domésticos de humillaciones, control, insultos, golpes y amenazas.
Es cierto: ¿quién va creer que el compañero, el activista, el amigo, el vecino que proclama su convicción de la justicia y de la libertad, las pisotea cuando se trata de su pareja?

La cortina de humo es tan densa, que es casi imposible detectar lo que ocurre detrás de ella; sobretodo para quienes la vida se desarrolla de forma coherente.
Considero importante estar atento a ciertas señales que delatan a esos farsantes peligrosos: brotes de ira, falta de arrepentimiento, adicciones disfrazadas.

Sigo de vez en cuando, por Internet, el recorrido de uno de esos maltratadores y ya no me sorprende su pasmosa capacidad de embaucar y de engañar, ni me sorprende que personas de bien confíen en él y lo aprecien; no espero que en algún momento aquellas personas íntegras que lo rodean, logren ver- y mucho menos aceptar-, lo que existe detrás de su cortina de humo. Ese individuo seguirá impune, con la seguridad que el silencio de sus víctimas lo ampara, y seguirá cuando se le presente la ocasión, perpetrando sus fechorías. Tampoco me preocupa que se haga justicia, si sus víctimas, horrorizadas por la estafa sentimental y moral, tienen la oportunidad de alejarlo de sus vidas.

Las cortinas de humo, cuando se disipan, dejan ven la corrupción de las mentes. Lo vemos en los periódicos en temas políticos; es mucho más difícil lograrlo en los temas personales.










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